La madera, como el resto de materiales usados en edificación, en relación con el fuego tiene dos aproximaciones, y así lo recoge el Código Técnico de la Edificación: la reacción al fuego y la resistencia al fuego. El tratamiento de los dos aspectos es completamente diferente, tanto en ensayos como en resultados y cálculos.
Define cual es la reacción de un material en contacto con el fuego. Se intenta establecer si un material va a colaborar o no en la extensión del incendio, si va a aportar calorías, y humos o gases. El resultado es una clasificación, no una magnitud, que resume el comportamiento respecto unas variables y límites convencionalmente establecidos.
Es un concepto funcional y estructural, el tiempo en que un elemento mantiene las funciones que se le han asignado en una edificación. Aunque se suele establecer una clasificación, hay una magnitud que se mide que es el tiempo.
Según cual sea el uso que se hace de la madera es más importante uno u otro concepto. La reacción al fuego, aunque interesa siempre que el material que usamos aporte poca energía en un incendio, es decisiva en el caso de revestimientos, ya que va a condicionar la probabilidad de incendio y el comportamiento del mismo si se produce. Actualmente sólo es válida la clasificación con normativa europea UNE EN 13501, con clases de la A a la D, de mejor a peor comportamiento, queda abandonada la normativa española que clasificaba de M0 a M4. Aunque las variables que sirven para clasificar son similares y tienen que ver con las llamas y humos producidos y la energía aportada al incendio, el ensayo actual es más representativo y no comparable (mide variables diferentes), por lo que las antiguas clasificaciones no pueden acomodarse. El Código Técnico exige para algunos elementos una clase determinada. ¿Cómo saber si un material la cumple? Es necesario realizar los ensayos en un laboratorio, de acuerdo con la norma UNE EN 13823 (ensayo conocido en ocasiones como SBI y obtener un certificado para el producto.